Una de las principales preocupaciones de los padres respecto a la navegación de sus hijos en internet es el
contenido al que están expuestos. De acuerdo un estudio hecho por Kaspersky en 2020, la mitad de los niños latinoamericanos tienen cuentas en redes sociales y el
15% de los padres desconoce lo que comparten en sus perfiles [1].
Los niños y adolescentes sin supervisión pueden exponerse a contenido para el que no están preparados, desde material sexual, violencia explícita, temas delicados como las drogas, e incluso detalles aparentemente inocentes pero con fuertes implicaciones, como influencers que puedan motivarlos a seguir cierto tipo de actitudes o incluso a realizar retos virales que pongan en riesgo su integridad.
Los videojuegos también son parte de este tema, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) el 88.2% de los niños y jóvenes entre 6 y 17 años accedió a internet con fines de ocio: jugar videojuegos, reproducir música, películas y escuchar radio[2]. A su vez, tanto los juegos como las redes sociales incluyen otro riesgo:
los otros usuarios en línea que los niños no conocen en persona.
Estos desconocidos pueden ser trolls o abusadores que aprovechen las redes para hacer
cyberbullying, pero también pueden ser adultos haciéndose pasar por niños o personas de confianza para hacer
grooming, es decir, consentir a los niños e incluso darles regalos para después solicitarles algo a cambio, como fotos suyas, videollamadas o reunirse con ellos.
Además, al convivir con desconocidos, también es posible que los menores compartan
información personal de manera involuntaria: fotos de su colegio o su casa, comentarios que identifiquen la zona donde viven, rutinas y hábitos, entre otra información sensible que los delincuentes pueden aprovechar para secuestrarlos o fingir un secuestro.
Otra posibilidad es que los niños y jóvenes aprovechen las facilidades que ofrece el internet para hacer
compras en línea con cargo a las cuentas de los padres (o en dado caso, sus cuentas de ahorros) que se traducen en gastos desmedidos o incluso el riesgo de que les roben los datos bancarios.